LOS
CUIDADOS EN NUESTRA SOCIEDAD
Nos
encontramos en un momento reflexivo crucial acerca de los cuidados, adquiriendo
una relevancia importante en el marco de la actualidad, también el concepto de
Carga Mental. La corresponsabilidad y la distribución de las tareas de cuidados
sientan las bases para la construcción de vínculos y sociedades más equitativas
y justas.
"Sin
madres no hay futuro" es la contundente afirmación de la asociación
"Yo no renuncio" que acaba de presentar un estudio sobre la soledad
que sienten las mujeres al convertirse en madres en el que se analiza
"cómo la falta de apoyo a la conciliación y el reconocimiento de la
maternidad obliga a muchas mujeres a renunciar a su carrera profesional".
El dato que avala esta aseveración es que el 87% de las mujeres que abandonan
su desarrollo profesional lo hacen por "temas de salud mental y la
sensación de no poder llegar a todo". Como consecuencia "Yo no
renuncio" exige que la maternidad sea reconocida social y económicamente.
Y
es que la maternidad entra de lleno en el concepto que ha ido ganando fuerza
desde el COVID: los cuidados se escriben en femenino y también con cifras, ya
que durante la pandemia las mujeres duplicaron las horas de trabajo para hacer
frente a la necesidad de estos cuidados.
Estos
cuidados que abarcan todo lo necesario para sostener la vida y la salud, han
sido realizados a lo largo de siglos por mujeres en el ámbito de la familia, la
sororidad y la amistad y, como consecuencia, han sido invisibilizados y por
tanto aparecen carentes de valor social. Pero se trata de una ficción, ya que
las tareas del cuidado de las personas y los hogares son esenciales y sustentan
la vida, y también, el funcionamiento del sistema económico. Resulta necesario
así, introducir en el debate público el concepto Ética del cuidado que
implica reconocer y valorar el trabajo físico y también el emocional y
psicológica que conlleva hacerse cargo de los cuidados en las familias,
amistades y sociedades, promoviendo una distribución equitativa de las
responsabilidades.
Esta
situación de ausencia de valor al no considerarse una actividad productiva con
un precio, soportada por las mujeres a lo largo de la historia, constituye hoy
un postulado esencial dentro del feminismo, aunque el planteamiento viene de
muy lejos. La feminista, periodista y escritora norteamericana Gloria Steinem,
Premio Princesa de Asturias de Humanidades 2021, afirmó ya en una de sus
míticas citas que "las mujeres no serán iguales fuera del hogar mientras
los hombres no sean iguales dentro de él".
En
nuestro país, en el año 1978, María Ángeles Durán, doctora en Ciencias
Políticas y Económicas, primera catedrática universitaria de Sociología en
España y fundadora del Instituto de Estudios de la Mujer de la Universidad
Autónoma de Madrid, publicó un
ensayo titulado "El ama de la casa. Crítica política de la economía
doméstica". Fue su primera incursión en lo que con los años ha sido el eje
central de su trabajo: el estudio del trabajo no remunerado, uso del tiempo y
trabajo del cuidado que hacen mayoritariamente las mujeres. A lo largo de toda
su trayectoria, en la que acumula seis doctorados honoris causa, se ha especializado en el trabajo no remunerado y su relación
con las estructuras sociales y económicas, buscando hacer patente la
interdependencia entre la vida privada y la pública. Su labor ha logrado que
los temas de género se hayan incorporado en organismos internacionales como la
CEPAL, la OIT, ONU Mujeres, la OMS o UNESCO.
Para ella la
cuestión es clara: "Los cuidados son una parte importante de la vida y
deberían convertirse en ley y contar con presupuesto económico, pero creo que
para eso falta mucho". Mientras llega este futuro necesario, aporta datos:
"En España la carga diaria de trabajo de las mujeres, desde que son niñas,
es una hora mayor que la de los hombres, lo cual supone que, con esas horas
extras trabajadas por las mujeres a lo largo de su vida, podrían haber
estudiado cinco licenciaturas".
En esta línea
Gosta Espimg- Andersen, uno de los teóricos sobre la protección social, afirma
que en contra de lo que se escucha habitualmente, "el desarrollo de los
servicios de los cuidados y de la actividad femenina no debe ser entendido como
un coste, sino como una verdadera inversión social."
En el momento
actual la opinión generalizada es que para afrontar una política de cuidados
transformadora es necesario elaborar un nuevo pacto social que contemple
medidas correctoras para reestructurar el marco de división actual. Según
Ezquerra y Mansilla, es preciso "convertir en objetivo político
prioritario la democratización del conjunto de relaciones sociales, económicas,
institucionales y simbólicas que estructuran la organización social del cuidado
en nuestra sociedad. A partir de ahí, necesitamos construir un marco analítico,
pero también estratégico, claramente feminista que genere herramientas para el
diseño, la implementación y la evaluación de unas políticas públicas
transversales que tengan la democratización del cuidado como una de sus prioridades."
Esta democratización
de los cuidados contiene una importante novedad y es dejar de priorizar el
ámbito denominado productivo sobre el reproductivo, implementado la
socialización de la responsabilidad hacia los cuidados. Según la
Plataforma de Acción de Beijing, "reconocer el cuidado significa
valorizarlo social y simbólicamente, y ello pasa, en primer lugar, por
visibilizar su naturaleza, sus dimensiones y el papel que juega en contextos
específicos”. Actualmente el reconocimiento de la centralidad social supone que
los distintos niveles de las administraciones públicas, así como instituciones
y el sector privado se responsabilicen de los cuidados, logrando, más allá de
un reparto de los cuidados entre hombres y mujeres, una colectivización de esta
cuestión esencial para las sociedades. Resaltando así, la necesidad e
importancia de entender los cuidados desde una perspectiva comunitaria: el
cuidado debe ser una responsabilidad compartida y no individualizada, basada en
el tejido de redes de apoyo fuertes.
Corina
Rodríguez explica cómo la Economía Feminista supone una importante visión sobre
ese tema: "Es una corriente de pensamiento que pone el énfasis en la
necesidad de incorporar las relaciones de género como una variable relevante en
la explicación del funcionamiento de la economía y de la diferente posición de
los varones y las mujeres como agentes económicos y sujetos de las políticas
económicas". En consecuencia, esta economía feminista considera necesario
que los cuidados pasen a formar parte de dos tipos de responsabilidad, pública
y privada, correspondiendo tanto a hombres y mujeres como a los actores
sociales.
Ariadna Romansi
propone soluciones eco feministas al tema de los cuidados. Según propone,
"dejar de comprender la naturaleza como un recurso es clave para lograr la
sostenibilidad de las tareas de cuidado e impulsar un nuevo sistema en clave
ecofeminista donde nuestra relación con aquélla esté marcada por los ritmos de
la naturaleza y sin dinámicas nocivas de contaminación, dominio o control.
Entender que el cuidado no sólo es aplicable a las personas, sino también al
entorno natural, nos permitirá crear nuevos espacios seguros, saludables y más
sostenibles que aprovechen las ventajas del ritmo medioambiental para
conciliarlo con los de la vida y que los cuidados no supongan una carga añadida
para algunas mujeres, sino que el propio sistema económico modifique sus ritmos
para permitir que tanto hombres como mujeres puedan cuidar de forma colectiva,
así como cuidarse a sí mismas y su entorno natural”.
En definitiva,
la reflexión acerca de los cuidados en nuestras sociedades actuales, contribuye
a la igualdad de género, pero también impulsa relaciones más saludables y
justas, aspirando a una revalorización de los cuidados que nos guíe hacia una
sociedad basada en el respeto y la equidad.
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