viernes, 6 de septiembre de 2024

 

LOS CUIDADOS EN NUESTRA SOCIEDAD 

Nos encontramos en un momento reflexivo crucial acerca de los cuidados, adquiriendo una relevancia importante en el marco de la actualidad, también el concepto de Carga Mental. La corresponsabilidad y la distribución de las tareas de cuidados sientan las bases para la construcción de vínculos y sociedades más equitativas y justas. 

"Sin madres no hay futuro" es la contundente afirmación de la asociación "Yo no renuncio" que acaba de presentar un estudio sobre la soledad que sienten las mujeres al convertirse en madres en el que se analiza "cómo la falta de apoyo a la conciliación y el reconocimiento de la maternidad obliga a muchas mujeres a renunciar a su carrera profesional". El dato que avala esta aseveración es que el 87% de las mujeres que abandonan su desarrollo profesional lo hacen por "temas de salud mental y la sensación de no poder llegar a todo". Como consecuencia "Yo no renuncio" exige que la maternidad sea reconocida social y económicamente.

Y es que la maternidad entra de lleno en el concepto que ha ido ganando fuerza desde el COVID: los cuidados se escriben en femenino y también con cifras, ya que durante la pandemia las mujeres duplicaron las horas de trabajo para hacer frente a la necesidad de estos cuidados. 

Estos cuidados que abarcan todo lo necesario para sostener la vida y la salud, han sido realizados a lo largo de siglos por mujeres en el ámbito de la familia, la sororidad y la amistad y, como consecuencia, han sido invisibilizados y por tanto aparecen carentes de valor social. Pero se trata de una ficción, ya que las tareas del cuidado de las personas y los hogares son esenciales y sustentan la vida, y también, el funcionamiento del sistema económico. Resulta necesario así, introducir en el debate público el concepto Ética del cuidado que implica reconocer y valorar el trabajo físico y también el emocional y psicológica que conlleva hacerse cargo de los cuidados en las familias, amistades y sociedades, promoviendo una distribución equitativa de las responsabilidades. 

Esta situación de ausencia de valor al no considerarse una actividad productiva con un precio, soportada por las mujeres a lo largo de la historia, constituye hoy un postulado esencial dentro del feminismo, aunque el planteamiento viene de muy lejos. La feminista, periodista y escritora norteamericana Gloria Steinem, Premio Princesa de Asturias de Humanidades 2021, afirmó ya en una de sus míticas citas que "las mujeres no serán iguales fuera del hogar mientras los hombres no sean iguales dentro de él". 

En nuestro país, en el año 1978, María Ángeles Durán, doctora en Ciencias Políticas y Económicas, primera catedrática universitaria de Sociología en España y fundadora del Instituto de Estudios de la Mujer de la Universidad Autónoma de Madrid, publicó un ensayo titulado "El ama de la casa. Crítica política de la economía doméstica". Fue su primera incursión en lo que con los años ha sido el eje central de su trabajo: el estudio del trabajo no remunerado, uso del tiempo y trabajo del cuidado que hacen mayoritariamente las mujeres. A lo largo de toda su trayectoria, en la que acumula seis doctorados honoris causa, se ha especializado en el trabajo no remunerado y su relación con las estructuras sociales y económicas, buscando hacer patente la interdependencia entre la vida privada y la pública. Su labor ha logrado que los temas de género se hayan incorporado en organismos internacionales como la CEPAL, la OIT, ONU Mujeres, la OMS o UNESCO.

Para ella la cuestión es clara: "Los cuidados son una parte importante de la vida y deberían convertirse en ley y contar con presupuesto económico, pero creo que para eso falta mucho". Mientras llega este futuro necesario, aporta datos: "En España la carga diaria de trabajo de las mujeres, desde que son niñas, es una hora mayor que la de los hombres, lo cual supone que, con esas horas extras trabajadas por las mujeres a lo largo de su vida, podrían haber estudiado cinco licenciaturas".

En esta línea Gosta Espimg- Andersen, uno de los teóricos sobre la protección social, afirma que en contra de lo que se escucha habitualmente, "el desarrollo de los servicios de los cuidados y de la actividad femenina no debe ser entendido como un coste, sino como una verdadera inversión social."

En el momento actual la opinión generalizada es que para afrontar una política de cuidados transformadora es necesario elaborar un nuevo pacto social que contemple medidas correctoras para reestructurar el marco de división actual. Según Ezquerra y Mansilla, es preciso "convertir en objetivo político prioritario la democratización del conjunto de relaciones sociales, económicas, institucionales y simbólicas que estructuran la organización social del cuidado en nuestra sociedad. A partir de ahí, necesitamos construir un marco analítico, pero también estratégico, claramente feminista que genere herramientas para el diseño, la implementación y la evaluación de unas políticas públicas transversales que tengan la democratización del cuidado como una de sus prioridades."

Esta democratización de los cuidados contiene una importante novedad y es dejar de priorizar el ámbito denominado productivo sobre el reproductivo, implementado la socialización de la responsabilidad hacia los cuidados.  Según la Plataforma de Acción de Beijing, "reconocer el cuidado significa valorizarlo social y simbólicamente, y ello pasa, en primer lugar, por visibilizar su naturaleza, sus dimensiones y el papel que juega en contextos específicos”. Actualmente el reconocimiento de la centralidad social supone que los distintos niveles de las administraciones públicas, así como instituciones y el sector privado se responsabilicen de los cuidados, logrando, más allá de un reparto de los cuidados entre hombres y mujeres, una colectivización de esta cuestión esencial para las sociedades. Resaltando así, la necesidad e importancia de entender los cuidados desde una perspectiva comunitaria: el cuidado debe ser una responsabilidad compartida y no individualizada, basada en el tejido de redes de apoyo fuertes.

Corina Rodríguez explica cómo la Economía Feminista supone una importante visión sobre ese tema: "Es una corriente de pensamiento que pone el énfasis en la necesidad de incorporar las relaciones de género como una variable relevante en la explicación del funcionamiento de la economía y de la diferente posición de los varones y las mujeres como agentes económicos y sujetos de las políticas económicas". En consecuencia, esta economía feminista considera necesario que los cuidados pasen a formar parte de dos tipos de responsabilidad, pública y privada, correspondiendo tanto a hombres y mujeres como a los actores sociales.

Ariadna Romansi propone soluciones eco feministas al tema de los cuidados. Según propone, "dejar de comprender la naturaleza como un recurso es clave para lograr la sostenibilidad de las tareas de cuidado e impulsar un nuevo sistema en clave ecofeminista donde nuestra relación con aquélla esté marcada por los ritmos de la naturaleza y sin dinámicas nocivas de contaminación, dominio o control. Entender que el cuidado no sólo es aplicable a las personas, sino también al entorno natural, nos permitirá crear nuevos espacios seguros, saludables y más sostenibles que aprovechen las ventajas del ritmo medioambiental para conciliarlo con los de la vida y que los cuidados no supongan una carga añadida para algunas mujeres, sino que el propio sistema económico modifique sus ritmos para permitir que tanto hombres como mujeres puedan cuidar de forma colectiva, así como cuidarse a sí mismas y su entorno natural”.

En definitiva, la reflexión acerca de los cuidados en nuestras sociedades actuales, contribuye a la igualdad de género, pero también impulsa relaciones más saludables y justas, aspirando a una revalorización de los cuidados que nos guíe hacia una sociedad basada en el respeto y la equidad. 

 

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